Pero al llegar a su destino, Marina descubriÃģ que el tÃo de la niÃąa, el conde de Winterbourne, con quien habÃa mantenido una escueta y formal correspondencia, no era el venerable anciano que ella esperaba. Muy al contrario, se trataba de un impresionante caballero de treinta y tantos aÃąos, realmente atractivo.
Marina intentÃģ ignorar los intensos sentimientos que James despertaba en ella, y concentrarse en su cometido de salvar la vida de la pequeÃąa. Pero ÃĐl no se lo puso fÃĄcil: la querÃa en su cama y estaba dispuesto a conseguirlo...