SERMONES SELECTOS

Felipe chavarro
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Hay varias dispensaciones, o días de gracia, bajo los cuales ha estado la iglesia de Dios desde el principio de los tiempos. Está la de los patriarcas, la de la ley de Moisés y la del evangelio de Jesucristo, bajo la cual nos encontramos ahora. Este es el día más brillante que jamás haya brillado, y excede al otro, por sus ventajas peculiares. A nosotros, que somos tan felices de vivir bajo la dispensación evangélica, pueden dirigirse aquellas palabras de nuestro Salvador, que dijo a sus discípulos, cuando estaba estableciendo el reino del Mesías en el mundo, y la luz y el poder del Evangelio comenzaron a extenderse: "Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis. Porque os digo que muchos profetas y reyes han deseado ver lo que vosotros veis, y no lo han visto; y oír lo que vosotros oís, y no lo han oído." [Lucas x. 23, 21.]

La dispensación mosaica, aunque oscurecida con tipos y figuras, superaba con creces a la anterior; pero la dispensación evangélica excede tanto en gloria, que eclipsa la gloria de la legal, como las estrellas desaparecen cuando sale el sol con su fuerza.-Y lo principal que hace que el evangelio sea tan glorioso es que es la ministración del Espíritu. Bajo su predicación, el Espíritu Santo debía ser derramado en medidas más abundantes; no sólo en dones milagrosos, como en los primeros tiempos del evangelio, sino en sus operaciones salvadoras internas, acompañando el ministerio externo, para producir numerosas conversiones a Cristo, y dar vida espiritual a las almas que antes estaban muertas en delitos y pecados, y así prepararlas para la vida eterna. Así habla el apóstol, cuando hace una comparación entre el Antiguo Testamento y el Nuevo, la ley de Moisés y el evangelio de Jesucristo: "Porque la letra mata, pero el Espíritu da vida. Pero si el ministerio de la muerte, escrito y grabado en las piedras, era glorioso, de modo que los hijos de Israel no podían contemplar fijamente el rostro de Moisés, por la gloria de su rostro, que debía desaparecer, ¿cómo no será más bien glorioso el ministerio del Espíritu?". [2 Corintios. iii. 6, 7, 8]


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