Ben finalmente percibe la conexión que los une una vez que la neblina de su desesperación empieza a levantarse, pero aun así es incapaz de evitar que lo consuma la sensación de culpabilidad que ello provoca. Se aferra al dolor y al recuerdo de lo que fue, en lugar de permitirse pensar en lo que podría ser.
Cuando intenta marcharse y dejar Bear Mountain atrás, sus osos se apresuran a detenerlo. Sabe que no le queda nada que entregarles, y exige que le dejen marchar. Así que Red y Quentin le hacen una oferta: podrá irse si accede a pasar una noche entre sus brazos.
¿Le será posible dejarlo todo atrás después de algo así?