Que me etiquetaran como un gran seductor nunca habÃa sido un problema a la hora de tener ÃĐxito con las mujeres. Hasta que conocà a Truly Harbury.
Truly fue la primera chica que me rechazÃģ. La primera que fue mi amiga. Y puede que tambiÃĐn sea la primera de la que me enamore.
Cuando, por culpa de una emergencia, necesita que le eche una mano con la organizaciÃģn benÃĐfica de su familia, me alegro de poder introducirla en el deslumbrante y glamuroso mundo empresarial londinense: la llevo a cenas, le enseÃąo a dar discursos y le subo la cremallera de ese vestido tan sexy que la ayudÃĐ a elegir.
Cuanto mÃĄs tiempo pasamos juntos, mÃĄs quiero convencerla de que no soy un hombre al que deberÃa evitar, que no somos tan distintos como ella cree.
Se considera una chica introvertida, amante de los libros y de la ciencia, mientras que a mà me ve como a un seductor que encandila a las mujeres y del que no se puede fiar.
Cree que me encantan las fiestas y la gente, mientras que ella prefiere quedarse en pijama en casa y pedir comida a domicilio.
Lo que no ve es que me gusta todo de ella: la manera en que su sonrisa ilumina una estancia o sus curvas incitan mi imaginaciÃģn y, sobre todo, el sabor de sus labios cuando estÃĄn baÃąados en tequila.
Es la primera mujer de la que me he enamorado en mi vida. Solo necesito saber si algÚn dÃa ella tambiÃĐn podrÃa enamorarse de mÃ.